Los seres humanos por lo general llevados por los problemas, las dificultades y el maltrato de nuestros enemigos. Dejamos que nuestro corazón se endurezca de tal manera que sin querer nos convertimos en personas perversas muy parecidas a nuestros enemigos.
Despreciamos tanto lo que hacen los malvados que poco apoco nos parecemos a ellos. David se sentía herido por lo que le hacían sus enemigos. V 3 “Con palabras de odio me han rodeado, Y pelearon contra mí sin causa.” Las oraciones de David eran deseando mal para sus opositores. V 6-8 “Pon sobre él al impío, Y Satanás esté a su diestra.
109:7 Cuando fuere juzgado, salga culpable; Y su oración sea para pecado. 109:8 Sean sus días pocos; Tome otro su oficio.”
El deseo de Dios es que nuestros enemigos se hagan a nosotros y no nosotros a ellos. Jeremías 15: 19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” tal vez tú dirás yo no me he hecho a ellos yo no soy idolatra. Tal vez no nos parecemos en la idolatría pero podríamos estarnos pareciendo en su rencoroso corazón.
No te preocupes recuerda que Jehová castiga al que recibiendo bien paga con mal. Proverbios 17: 13 “El que da mal por bien, No se apartará el mal de su casa.”
Que hacer para que nuestro corazón no se contagie de la maldad.
1. Reconoce tu condición delante de Dios. V 22 “Porque yo estoy afligido y necesitado,
Y mi corazón está herido dentro de mí.” No podemos negar que las circunstancias afectan nuestra vida.
2. Pídele a Jehová que te ayude. Solo él nos puede hacer libres de la maldad. V 26 “Ayúdame, Jehová Dios mío; Sálvame conforme a tu misericordia.” Si no reconocemos que estamos afectados no podemos pedir ayuda.
3. Debemos creer que Jesucristo cambia las maldiciones en bendiciones. V 28 “Maldigan ellos, pero bendice tú; Levántense, mas sean avergonzados, y regocíjese tu siervo” si Jesucristo mora en nuestro corazón él nos liberara de toda maldad. Debemos creernos bendecidos, la bendición echa fuera toda maldición.
4. Pidiéndole a Dios que nos dé un nuevo corazón. Ezequiel 36: 26 “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” un corazón de piedra solo piensa en la maldad. Deja que Jesucristo arranque ese corazón endurecido y te de un corazón sensible a su palabra.
5. Deja que Jehová se encargue de tus enemigos. Romanos 12: 19 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” cuando nosotros estamos pensando en la venganza dejamos que nuestro corazón se endurezca y se amargue. Una persona con el corazón endurecido no puede ser feliz.
6. No pagues mal por mal. Romanos 12: 17-18 “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 12:18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” Cuando pagamos mal por mal nos convertimos en otro malvado mas y dañamos nuestra relación con Dios y con los demás.
7. Aunque parezca difícil bendice a tus enemigos. Mateo 5: 44-45 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” cuando bendecimos a nuestros enemigos la vida de ellos empieza a cambiar y esto significa que cada día tenemos un enemigo menos.
Jesucristo no quiere destruir a nuestros enemigos, él quiere restaurarlos y llevarlos a la salvación tal como lo hizo contigo y conmigo. Tal vez nosotros somos el resultado de las muchas oraciones de personas a quienes constantemente las maltratábamos.